La crisis de la Banca Mundial

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Despojado de traje y corbata, se enfundó un pantalón de chandal, una camiseta azul y unas deportivas que había comprado la semana anterior en la tienda más cara de la ciudad.

Salió a la calle, llegó caminando entre la multitud hasta el parque central. Tras unos ejercicios de calentamiento comenzó a correr.

Cada día recorría el parque durante algo más de una hora. Le gustaba aislarse del mundo, recorrer aquellos estrechos caminos de tierra que de forma laberíntica que le llevaban hasta el otro lado del río.

Por un instante creyó sentir que alguien le seguía, aceleró el ritmo de forma inconsciente para a los pocos segundos volver al ritmo anterior.

Que tontería - pensó- ¿quien me va a atracar?, en chandal y corriendo por el parque... que tontería.

Apenas un instante después, sintió un intenso dolor en el costado derecho, a la altura del riñon. Cayó arrodillado, se sintió mal, estaba a punto de desmayarse. Colocó la mano en la zona afectada y de inmediato quedó empapada en sangre. Levantó la cabeza y vio a aquel joven al que horas antes había atendido en su despacho del banco.

- Ahora ya sabes lo que es sufrir. Me has dejado en la calle, a mí y a mi familia. Te lo dije, te dije que había encontrado un trabajo, que me dieses un poco de tiempo, quería pagar y no me quisiste escuchar. Así es la crisis me dijiste. Ahora la sientes tu también.

Intentó pedirle perdón. Por su mente pasó la posibilidad de hacer marcha atrás en el embargo, sin embargo no consiguió hablar. Cerró los ojos y se desplomó. La cabeza golpeó contra el suelo y la sangre se mezcló con el polvo del camino.

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